La cité no es una cité como uno imagina al
escuchar su nombre. Más bien es como un edificio. Bueno, un gran edificio. Aquí mismo viven unos
trescientosdiesocho artistas, del planeta entero y de las variedades que uno
guste: músicos, dj, bailarines, diseñadores, pintores, escultores, escritores, fotógrafos,
etc y etc y etc. Todos juntos viviendo en un gran comunidad. En general son
todos muy simpáticos y abiertos a la interacción. No tanto los músicos, menos
si son orientales, pero esa una gran generalización.
El edificio parece sacado de una peli de los
setenta. Tiene un patio grande, un jardín y algunas cosas de hotel. Por ejemplo
te cambian las sábanas cada quince días y también tiene una recepción. Mi preferido entre todas las personas que atienden
la recepción, es el chico de la mañana. Practica su incipiente español conmigo
mientras yo intento mi francés, por lo que en general, terminamos hablando
ingles, el esperanto del lugar. Katherine, la señora rubia, también es muy amable y su trato me
resulta un tanto maternal. Los que están a la noche no me caen tan bien.
Después está Madamme Lui, que desde su pequeña
oficina organiza todo. Es la gran
mujer atrás de toda gran cité. Ah
y también el director que a mi no me gusta mucho. Tiene cara de presidente del FMI.
Todos los martes, en una sala que esta en el
subsuelo, hay una nueva exposición
de pintura o escultura o fotografía y también toca alguno de los músicos
residentes. Esta bueno porque a medida que pasa el tiempo, vamos conociendo a
todos los que tocan. Por ejemplo el martes que viene, el día de la muestra de Nico,
van a tocar unos amigos: David, que es un español muy sonriente y muy español,
Philiph un suizo muy extravagante y simpático que quiere ganar el
bailando por un sueño suizo, y una
alemana que no recuerdo su nombre pero sé que habla español.
Deneth, nuestra ex
vecina de Sri Lanka, les hizo la ropa para el evento, toda con muchas flores y
colores.
También, aquí en este mismo edificio, se dan las clases de francés.
Betsavé, la profesora, esta un poco loca, pero sabe mucho de arte y nos hace reír.
Hoy por fin prendieron las estufas. Era la
conversación del ochenta por ciento de los ascensores que tomé la última semana: que
frío que hace en la cité. Y sí, el otoño se está empezando a notar.
La cite tiene una galería gigante que da a la calle.
Ocupa todo su costado, o sea es
del largo de una vereda.
Todos los días, cuando empieza a oscurecer, van
llegando de a poquito unas veintiún personas. Hay algunos viejitos y otros no
tanto.
Mujeres y hombres, se van acomodando en fila, uno al lado del otro. Cada
uno con su bolsa de dormir.
El otoño se empieza a hacer notar y ellos duermen
ahí.
Todas las veces que vuelvo y los veo,
siento que todo pierde un poco
de sentido.
2 comentarios:
Qué lindo Mag, me emocioné con la última oración. Es verdad que a veces las cosas pierden un poco de sentido cuando al lado se ven realidades como esas. ¡Y están en Francia!(París evidentemente no solo es un gran tapado de visón, es bueno saberlo). (En defensa de nuestra querida y difamada Argentina)
mag, todo eso que contás no pierde sentido frente a lo otro. recién dijiste que dijo Benedetti que "si un poema no puede voltear una dictadura si puede servir para cambiar la sensibilidad de la gente. Y será la gente la que haga esos cambios."
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