socializando revoluciones revolucionando lo instituido
institucionalizando los géneros subjetivos
subjetivando mis cotidianeidades.
De repente estaba vacía.
De repente estaba ordenada, objetiva, la palabra justa, el teórico
citado, la revolución entendida.
La institución se comió de un bocado mi cotidianeidad subjetiva y todas
las palabras me parecieron eufemismos mediocres.
A veces no podemos hablar, no nos dejan escuchar.
Esas veces entiendo (siento) que a fin de cuentas
vivimos en gran género literario con infinitas opciones para contar cantar
decir y contemplar.
Quedarse callada no es ningún género, es la cobardía de no poder
abrazar al que se quiebra por los encantos de la institución.
Quedarse sin ser escuchada no es ningún género, es la realidad de
nuestras propias palabras atragantadas en la panza.
¿Por qué escribir?
Por no callar, para escuchar.
Por amor.
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