4.29.2007

Otoño en Buenos Aires

El año que comienza a tomar velocidad;
el sol que pierde su furia,
el frío que comienza a hacerse presente,
los abrigos que salen de paseo.
La lluvia y el viento luchan por ser protagonistas.
Las hojas caen, cargadas de promesas jamás cumplidas,
proyectos no concretados,
y esperanzas renovadas aquel primero de enero, que ya empiezan a oscurecerse.
Se respira melancolía y nostalgia.
Sin embargo, cosas que con el tiempo (o con el viento?) se acomodan,
amores que encuentran su curso,
cambios que comienzan a asomarse en forma de quejas a lo que pronto será asunto pasado.

Algunos lo disfrutan,

otros lo utilizan simplemente como una excusa para desplegar su tristeza...
Así es,
Bienvenidos al otoño.

4.27.2007

no me rio


Necesitaba mirar el río para hacer de cuenta que me escapaba un poco de todo.
No quería ser una más parada allá, al costado de esa cinta. Esa maldita cinta.
Caminé cada vez más rápido. El tiempo me jugaba en contra.
Y yo, necesitando mirar el río.
Ahí estaba.

Quería ver agua.

Vi un cielo que se burlaba de los edificios. El cielo sabía, me lo contó en voz bajita, que él estaba más allá. Más allá de los que corrían por Alem, de los que jugaban a la liberación, pero principalmente estaba lejos de los edificios que por más altos que fueran no iban a alcanzarlo.

Él lo sabía y eso me tranquilizó.

Estaba ahí, todo junto el mundo facineroso y, nosotros espectadores.
Tenía al sol. Bueno, el sol estaba ahí… Pero no sé por qué ‘hasta el sol’ cambia. Rebota, hay vidrios espejados que hacen que el sol lastime.
Respiraba. Respiraba ese aire no tan puro, no tan bueno. Respiraba esas libertades un poco menos húmedas.
Gracias sol, gracias cielo (hoy muy celeste), gracias aire, y gracias ruido que eras más escaso que el cotidiano.

Estuvo bien, fue una linda escapada. Fueron mis quince minutos sintiéndome lejos en la cercanía.
No era un escenario feo.

El tema es, que yo necesitaba ver el río y el que estaba no me gustó.

4.24.2007

Buenos Aires, 15 horas. Un otoño abrilado.
Me transportaba en el 65 , recorriendo las zonas más hostiles de Corrientes. Observaba a través de la ventanilla..veía gente pasar. A ellos y a sus vidas; no eran solo aquellas personas, eran ellos, sus hermanos, sus hijos, sus padres, sus amigos..
La tonalidad se destacaba por gris, sin embargo alguien se reía dentro de un auto.
Dentro de aquel colectivo los tonos eran lúgubres, marrón, beiges- más claros, más oscuros- grises y algún negro. Las caras intentaba combinar con ellos .
El colectivero se quejaba, no sé muy bien por qué. Creo que él tampoco lo sabía.
Algunos visitaban el mundo de los libros, otros dormían. Otros nos dedicábamos a observar.
Corrientes. Otamendi...aquella calle.
Me paro, toco timbre y bajo.
Pienso que no me gustan esas cuadras, pienso que las hay peores.
Camino observando el tiempo detenido en aquel barrio. El silencio predominaba. Los gatos sigilosos sí se hacían presentes.
Casi sin querer había llegado a destino. Me animo a tocar ese timbre, un poco confundida con respecto a mis ganas de hacerlo.
Luego, la voz entrecortada, desgarrada por los años.
Espero unos minutos, varios, y oigo el ascensor. El tiempo que esa puerta tarda en abrirse se correlaciona con el esfuerzo que en ello invertía.
Su aspecto era distinto, pero el mismo. Vestía uno de esos vestidos, que con aires de camisón, solía usar. En los pies pantuflas, en el pelo gel.
Adquiero la velocidad del ambiente y despacio, con pasos cortos y lentos, vamos hacia el ascensor .Me hace pasar primera (nunca perdió su gentileza).
Todo lo demás fue mucho más rápido. Pasillo oscuro -largo-, puerta antigua. Se abre y adentro..soledad.
Oscuridad inconscientemente provocada .Escasa señales de vida.
Angustia que invade.
Me ofrece un café, aceptó. Tazas añejas lo contienen.
Ofrecerlo, prepararlo, servirlo, es todo un ritual. Uno más de sus tantos rituales que la mantenían viva.
Su sabor era amargo y oscuro.

Detalles irrelevantes completaron la visita.
En el transcurso del camino a casa, la velocidad del tiempo aumenta. Leo y subrayo rápidamente, pero con concentración conseguida, el material para el parcial de mañana; mientras las ruedas giran . El celular que suena, las 24 horas que no alcanzan, los planes que nunca llegaré a cumplir. Sensación de vida, energía, y.. miedo. Miedo y hasta casi rechazo, al inevitable paso del tiempo.

4.20.2007

la vuelta

la vuelta, que por girar se hace cìrculo
y por cìrculo es un ciclo
vuelta a este todo, que finge monotono y
marea variando

volver
(porque siempre se vuelve)

y encontrar-se con los sentimientos
desencontrados, flotando. jugando a los
ideales

"y si pudieras... què comprarìas que la
plata no compre?"
la confianza

para volver sin vueltas, para estabilizarme
sin buscar
(què?)

la confianza... para encontrar-te


bienvenidos! èsta es nuestra casa y hoy,
estamos de vuelta
(dadas vuelta)

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