Caminábamos
como soldados en el patio de la escuela.
A veces jugábamos con mi compañera de adelante a hacernos cosquillas.
Nos aburría y nos parecía extraño, hasta gracioso, que nos ordenen como
animales, éramos tan solo niños. Pero la
maestra se enojaba de nuestra risa, y
ahí nos quedábamos, quietecitas y en silencio. Todavía creía en la autoridad y
en sus gritos.
Caminábamos
como soldados en el patio de la escuela. Era época de disfrutar la navidad, no
tanto por el vitel toné , sino por la ansiedad casi insoportable que comenzaba
con la llegada del primer invitado y se calmaba recién con la apertura del
primer paquete.
Caminábamos
como soldados en el patio de la escuela. Teniendo miedo a la rejilla de la bañadera, después de ver
esa película, una y mil veces mas, aunque me diera tanto miedo. Y los ladrones
entrando a mi cuarto en medio de la noche (ese todavía lo conservo). Ah, y a
las muñecas de porcelana, sentadas en la repisa de enfrente de mi cama.
Caminábamos
como soldados en el patio de la escuela. Sin saber que los padres no eran tan
increíbles como después descubriríamos; ignorando las desaventuras pasadas de
nuestro país y pensando que el Pumper
Nick alcanzaría la eternidad.
Caminábamos
como soldados en el patio de la escuela, sin entender tantas cosas... Pero
sabiendo que caminar como soldados en la escuela era algo extraño. Hasta
gracioso.