1.23.2013


Es que la vocecita que me dicta las palabras –estas, y las de antes, y las de siempre- se entusiasma con la angustia.
Quizás sea como dijo el señor del tarot, que escribo para curarme. Tal vez sea la herramienta  para darle las últimas puntadas a esas heridas rebeldes.

Yo no sé, pero a mi me gustaría más escribir sobre vos.
De tus pestañas eternas y tu risa grave y de tus caricias a la mañana en la espalda, mientras me hago la dormida.

Me gustaría escribir sobre nosotros, sobre las ganas que nos quedan de ser superhéroes cuando termina la película. O sobre el viento del ventilador en nuestros cuerpos mojados,  recién salidos de la ducha.

De ver películas,
en un auto, en tu cama o bajo las estrellas.

De cuando jugamos con las nubes en la terraza, o cuando regamos las plantas

De cuando nos acordamos cuando cocinamos sopa de arvejas en Paris, o cuando eramos felices en un campo, sin nada, pero con nosotros. 

De la pasta casera del domingo, de la tira de asado de la parri de la esquina,  de las vueltas manzanas nocturnas; de nuestro espacio compartido.

De las cosquillas "que no me hagas más, que mira que no controlo mi fuerza".

De cuando nos leemos cuentos antes de dormir.


Pero es que mi vocecita se entusiasma con la angustia.
Yo no sé, si fue el verano o la ciudad, pero esta vez se inundó de felicidad.


No hay comentarios:

Datos personales

Argentina
para que sepas, y leas, y veas y sientas

Archivo del blog