Ocurrió el sábado 25 de agosto, cerca de las 2 de la madrugada. Un grupo de mujeres (pero de mujeres mujeres, no de esas minitas así nomás) se encontraba festejando un cumpleaños cuando escucharon gritos despavoridos provenientes del baño.
El sujeto fue reconocido como Estefanía “traición” Orseg Schor, de 20 años de edad y estatura “muy alta”, según comentaron algunos de sus hombres más allegados.
Todo empezó cuando la damnificada intentó salir del “pipi-room”, la cerradura se trabó y sus intentos por destrabarla fueron en vano.
“Escuchamos gritos que provenían del baño y nos acercamos a ver que pasaba, ahí nos dimos cuenta de que Tefi estaba encerrada y comenzamos a reír” – comenta Ornella Patti en su paz, mientras baila cumbia e inventa sus letras.
“Yo me enteré al recibir un mensaje de ella. Cuando me llego me sorprendió, pero quede anonadada cuando giré mi cabeza y Estefanía no estaba por ningún lado.” Lo que todavía no se sabe es qué hacia la víctima con el celular en el baño.
Los primeros intentos por rescatarla no fueron eficaces. Un grupo de cuatro jovencitas intentaron usar la inteligencia; pretendían que la damnificada colocará un pequeño clavo en un agujerito del picaporte también destacado por pequeño. Lo que no sabían era que la muchacha encerrada no veía uno, sino tres agujeritos, ya que estaba imposibilitada para centrar su visión.
Se escuchaban carcajadas que no permitían identificar bien el reclamo de ayuda y temor de la encerrada. Se comenta que una de ellas, con voz alta y corajuda proclamó: “chicas basta! Las que quieren ayudar de este lado, las que se quieren reír, por acá.”
Debido al estado de ebriedad, nerviosismo y pánico, sumado a las pocas personas que habían quedado “de este lado”, Estefanía jamás logró abrir la puerta, por lo que las mujeres mujeres comenzaron a golpearla fuertemente, cual matones de película yanqui: culatazos, patadas, codazos fueron los métodos que lograron liberar a la víctima.
“En un momento pararon de golpear y logré abrir la puerta, estaba toda rota por las patadas, pero gracias a los golpes es que ahora estoy en libertad” –nos dijo Estefi entre lágrimas.
Y agrega: “si bien muchas de mis amigas me ayudaron a salir, sé que otras no paraban de reír y eso me daba mucho miedo”.
Respecto a esto, vecinos del edificio identificaron a Lucila D’Urso, como una de las amigas que sólo se tiró al piso a reír sin parar y a Ma. Magdalena Cervellera.
“Había una flaquita que aparentaba llamar a un cerrajero, pero era mentira. Ellas dos sólo lanzaban miradas cómplices entre sí y pensaban en contarlo en desdelapanza.” Narra uno de los vecinos.
Intentamos contactar a Yanina Medina Artola y Constanza de Bernardi para que nos dieran su testimonio pero fue en vano, ambas no lograban centrar la vista: “Lo amo, lo amo…”, fueron las únicas palabras que salieron de sus bocas, mientras miraban sus teléfonos celulares esperando mensajes de sus respectivos hombres.
El episodio finalizo con un brindis, festejando y bailando al son de “Pachanga vol. 1, 2 y 3”.