12.26.2007

dosmilsiete(que te vas.chau!)


Este año que se va empiezo a odiar un poquito menos los balances y acepto que los bueno y lo malo no siempre tienen que alcanzar un equilibrio perfecto.
Este año cambié y crecí bastante más que el anterior, pero con cierta y especial nostalgia.
Este año mis amigas y yo morimos de amor. Algunas todos los días otras sólo un fin de semana, pero morimos de amor y todavía hay alguna resucitando. Quizás ese síntoma común que presentamos nos unió más que nunca.
Este año no pude dialogar con papá y empecé a convivir con la idea de que la familia tan linda no existe, que todo tiene sus fallas y que las fallas duelen y se ven por más que cerremos los ojos y con ellos la puerta de nuestra habitación.
También, en todo este año pensé… pensé mucho y casi de más, y de tanto pensar lloré más de lo que debía encontrando palabras que no consuelan caprichos pero conducen a dejar de pensar un poquito y buscar para también descansar, respirar y vivir dejando ser a las cosas, al tiempo, a nosotros.
Este año, una persona de ciento un años, mi bisabuela Lucía, saltó de la tierra al cielo y despedirla me dolió más en mi infancia que en el presente.
Y extrañé… extrañé mucho.
Extrañé muchas cosas este año: a mi abuela Ethel, a Ale, extrañé comer al mediodía con mamá y tomar mate un miércoles a la tarde con mi vecina de enfrente.
Este año las circunstancias me pesaron pero no me mataron y las cotidianeidades me causaron, en más de una oportunidad, tanta gracia que me divertí.
Dejé de ir a misa, y cambié el padre nuestro de cada noche por recitarle monólogos interiores desde el bondi, sin estar del todo segura que realmente existe y que está ahí escuchándome.
Conocí muchas personas, comprobando que “hay de todo en la viña del señor” y que la gente a veces puede ser tan repugnante que no se entiende qué mierda es lo que les pasa.
Aprendí dos cosas: que disfruto sacar fotos y que el tiempo es el bien escaso más preciado que tengo.
Este año estuve muy cansada por correr al pedo en más de una oportunidad. Ahora busco la forma de empezar a caminar despacito pero sin perder el ritmo, lo cual me está costando bastante y se convierte en un desafío.
Este año, entre tanto que pensé, también recordé y ahora creo que no siempre es malo perder algo o alguien, que a veces un sweater rojo puede perderse y a la vez encontrarnos mucho tiempo después.

12.20.2007

RECREO

Este escrito data de mis ocho añitos.
Lo encontré, y quice compartirlo.

Mi abuelo
Aunque no pueda verlo,
todavía lo recuerdo.
En sus faldas él me cantaba
canciones que yo nunca olvidaba.
Sus ojos eran como dos lagos sin final
y en ellos reflejaba alegría y felicidad.
Pero un día esto se acabó.
Esa vida que como un hilo Dios hiló.
Ahora él no está más,
pero sus recuerdos jamás se olvidarán.
Su risa quedará,
con vida o sin vida, pero estará.
Ay abuelo querido!
Yo sé que en el cielo estás muy bien protegido.
Pero mucha pena me dá
saber que nunca volverás.
Mas yo no te puedo ver
pero sí te puedo querer.

12.09.2007

Vulnerables

Y mientras vamos anhelando algo más de paz, nos venden exigencias que compramos como caramelos ácidos que parecen nunca terminar de saborearse.
Las metas ahí tan poco claras y correr un poco más rápido todavía para sentir que tanto contexto presionando fuerte tiene alguna justificación.
No me vendas un campo repleto de cercos.
No te creo lo de volar con los globos que venís a ofrecerme, de los que voy a tener que colgarme como pueda agarrarme fuerte hasta cansarme y caer.
Ni siquiera quiero que me regales un diario subterráneo que pinta la realidad, la que vos querés que vea y me entere.
Que ya sé lo de la vida, que es una. Que es una la vida que me queda por pasar y cómo vivirla sin pensarla de más.
Sin que el paso inseguro me aterre con la idea de que estoy pasando mi vida olvidándome de vivirla.
Es tanto el camino que queda por recorrer, que tengo miedo de convertirlo en recorrido simple, en vano… Que el camino se haga carrera por llegar, ¿Dónde?
Te pido, no me mires con caridad, con bondad. No me mires ofreciéndome todas las opciones si después no me vas a permitir elegir con libertad.
Tu seguridad no me sirve si implica ir con freno de mano… me sale mal, y por favor, no vengas a consolarme con pañuelos descartables cuando no me animo a abrir los ojos, mirarte y ser yo en vos.
Hay días en los que tus gotas rebalsan el molde en el que me ubicás y no hay balde que me contenga cuando todo lo percibo como una indundación que no me da tiempo a escapar nadando, que me ahoga debilitándome todavía más… entonces él, que tiene 4 años apoya una tarjetita en mi pierna, me da su manito trabajadora y se va para volver al minuto a buscar lo que dejó, para volver y mirarme y llevarse las preguntas existenciales y sinsentido que me hago cada día buscando paz en vos.
En una sociedad que consume hasta generar rechazo, en vos que sos la sociedad en la que él me mira contándome que tiene cuatro años, en la que a mí me duele la garganta por las incertidumbres y el no saber qué quiero… en la que a él le duelen los piecitos de caminar descalzo y de entregar tarjetitas gritándome con sus ojos.
Con sus ojitos abiertos, más cansados, más chiquitos, más débiles, más confusos y más asustados que los míos.
Con sus ojitos abiertos, más cansados, más chiquitos, más débiles, más confusos y más asustados que los de cualquiera, incluso de los que lo ignoran.

12.02.2007

La batalla entre el deber y el querer

Data aproximadamente desde el principio de la humanidad. Pero en mí convive desde hace unos 22 años.
Muchos la comparan con Waterloo, otros prefieren asociarla con la batalla de los órganos (cerbero vs. Corazón)


Por un lado nos encontramos con el ejército del deber, siempre bien organizado, con estrategias y pautas que cumplir.
Comandados por el capitán Súper yo, los soldados obedecen sin protesta. Se organizan en dos grandes tropas: por un lado la de la razón y las justificaciones, y por el otro la de la conciencia y las explicaciones. Bombardean con misiles en forma de palabras cuya función principal es marear al enemigo. Otra estrategia de uso predilecto son los razonamientos, esclarecimientos y discursos escasos de sentido.

Como contrincante, tenemos al ejército del querer, caracterizado por su falta de organización y su incoherencia constante.
Los capitanes son los gemelos : el odio y el amor, los cuales se llevan bastante mal. Sin embargo algunos insisten en que son las dos caras de una misma moneda.
Los soldados raras veces hacen caso, su falta de coordinación y coherencia los identifica.
Sus bombardeos en general se asocian con estallidos de lágrimas, gritos y en su defecto carcajadas.


...Y la angustia que empezaba a acumularse en el pulmón, escapa del cuerpo en forma de infinitas gotas.
Las palabras y razonamientos, por mas que intenten, no logran hacerse amigos de lo que sentimos.
Y el miedo se junta con la incertidumbre, y juntos provocan pánico.
Pánico a terminar lo que recién empieza
Pánico a empezar lo que nunca termina.
No podemos mirarnos, y cuando lo hacemos huimos, perturbando todo aquellos que las palabras dicen, diciendo todo aquello que las palabras no abarcan.
Tus silencios suenan a vidrio roto. Los míos a venganza.

Que la inercia sea lo que nos mueva no me gusta
Que la razón tenga razón, apesta

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para que sepas, y leas, y veas y sientas