Te juro que yo la amaba Arturo. No, no era tan solo sus tetas, ni su boca transparente. Sus ojos que hablaban solos, decían mucho. Pero ni su forma adormecedora de hacer caricias, ni su llamado religioso de las nueve de la mañana…O bueno quizás sí, sí era. Todo esto junto y su torta de manzana, claro.
Pero de noche…de noche se convertía . Te juro
Arturo. ¿Alguna vez viste los bichitos contra la luz? ¿Las hormigas llevando un
peso imposible?. Bueno así. Gritos hasta la luna, olor a miel. A miel podrida, Arturo.
Y ese gestito. Ay ese gestito con las manitos para arriba y para abajo, me
sacaba te juro.
Y entonces, el
lunes… ¿viste? Vos sabés que yo soy incapaz…nunca podría…pero ni una
mosca eh.
Era de noche, los grillos del patio retumbaban
cuan parlante de boliche. La vecina viendo la novela para que la escuche todo Almagro,
y los hijos de Pepe...los hijos de Pepe gritando hasta quedarse afónicos. ¡Pero
que cosa che! Esos pibes no tienen límite. Bueno con la madre que tienen, qué
puede uno esperar.
Bueno y ella estaba ahí, en la cama. Llegó
cansada, que las clientas, que la tijera, que los nuevos colores… rogaba una
siesta ¿y que iba a ser yo? ¡Le dije que si! Que yo cocinaba. El agua que se me
hervía, el pfiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, la pava insolente. Y yo con el
cuchillo en la mano, cortando una aceituna rebelde. Casi que me corto yo.
La aceituna,
los nenes,
la pava,los grillos.
Y la reputa que te parió, Arturo.
-
¿Adriana?... ¿Adrianaa? ¿?Adrianaaa??? ¡Despertate!
Y nada che…Me asomo al cuarto, viste, como quien no quiere la cosa y la muy turra durmiendo.
Y yo, con el cuchillo en la mano.
Lo pensé eh. Varias veces eh, te juro.
Pero ¿viste lo que hablamos el otro día en el bar? El tema del wiski... que uno empieza, de a traguitos, tranquilo, pero después no podes parar.
Bueno, me voy por las ramas Arturo.
El tema es que fui y se las corté.
Creo que ya no va a poder hacer más ese gestito.